Vivimos momentos oscuros y no podemos ocultarnos en una roca a esperar que las cosas mejoren por sí solas. En este momento la sequía y la guerra ponen a Somalia (África) al borde de la hambruna y casi 8 millones de personas, cerca de la mitad de la población, sufren las secuelas. La violencia y falta de oportunidades han provocado el desplazamiento de la gente y los campamentos administrados por la ONU no dan abasto al recibir a miles de personas todos los días. En Centroamérica el panorama es desolador. Los gobiernos demuestran su debilidad democrática y en el plato del ciudadano no hay maíz ni carne. La región vive una crisis sanitaria, económica, ambiental, social y política.
La única opción: migrar al norte y buscar trabajo.
Hace unos meses en una conferencia de la Alianza Cooperativa Internacional escuché a Iñigo Albizuri Landazabal, Director Global de Relaciones Institucionales del Grupo Mondragón. Ahí dijo que eliminar la pobreza y alcanzar los 17 objetivos de desarrollo sostenible era posible mediante la creación de empleos estables y bien remunerados. Comentó que el trabajo decente implica que todas las personas tengan oportunidades para ejecutar una actividad productiva que aporte un ingreso justo, seguridad en el lugar de trabajo y protección social para las familias. En ese instante me prometí que iría a conocer su movimiento solidario.
El hombre cooperativo
Inicié mi viaje a España con una pizca de aventura y mucha esperanza. Me preparé para conocer personalmente un referente mundial del modelo de desarrollo socioeconómico más humano – el cooperativismo – donde todos los que intervienen usan sus recursos y capacidades con miras a lograr fines comunes. Su fundador José María Arizmendarrieta fue un visionario al identificar las potencialidades de la empresa a favor del progreso de la humanidad y formar en el grupo precursor un semillero de líderes que continuarían con su legado.
Don José María, sacerdote de pueblo, analizó la injusticia económica que vivían sus feligreses de la posguerra española y deseaba su prosperidad en la tierra. Una vida mejor.
Una cooperativa de crédito
Marije Etxaniz, directora de comunicación en Laboral Kutxa me atendió en su espléndido edificio corporativo y dialogamos sobre sus retos presentes y futuros. Son parte del movimiento Mondragón y es una empresa de propiedad compartida, ya que el capital pertenece a los trabajadores y ellos la administran. Un rasgo de identidad, a diferencia de otras instituciones financieras, es su arraigo y orgullo a su comunidad vasca. Cuentan con una gran fortaleza para atraer y atender a clientes digitales y amplitud de su oferta de productos. Son rentables y competitivos en el ultra aguerrido mercado financiero español.
Las mejores bicicletas del mundo
Un amigo mexicano me escribió en mis redes sociales: “Orbea diseña las bicis más robustas y confiables que conozco ¡Son las mejores!”. Con el antecedente visito su planta y me recibe Jokin Díez, Gerente de Relaciones Públicas de Orbea y entiendo que aquí están convencidos que prevalece el trabajo sobre el capital; primero la gente.
Quieren cambiar el mundo fabricando bicicletas. Es verdad, son hermosas y son una de las 95 empresas cooperativas que integran al grupo Mondragón.
El modelo cooperativo crea empleos, genera riqueza y la distribuye justamente. Necesitamos generar más empresas sociales y solidarias en américa. Eskerrik asko. Gracias.
*Artículo publicado originalmente en El Forbes Centroamérica el 31 de octubre de 2022.